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Writer's picturePaula Rincón

"Sentí que me tocaba escoger"

Updated: Sep 27, 2024


Es una de las frases que más me han dicho los miembros de generaciones venideras en familias empresarias. Usualmente la dicen cuando hay un conflicto que es reiterativo entre padre/madre (fundador) e hijo/a. Por ejemplo, cuando no hay límites claros en cuanto a funciones y responsabilidades, cuando sienten que sus ideas no son valoradas y respetadas, pero sobre todo, cuando los conflictos de temas empresariales empiezan a permear los espacios familiares: almuerzos, cumpleaños, etc.


Las relaciones empiezan a fracturarse con cada desencuentro. La ansiedad aumenta, evitan encontrarse en los mismos espacios por miedo a tener aún más conflictos, y tanto la empresa como la familia empiezan a entrar en riesgo. Finalmente sienten que tienen que escoger, es una dualidad en donde inevitablemente hay un sentimiento de salir perdiendo sin importar la elección: la familia o la empresa.


Muchos consultores dirían “es momento de hacer un Protocolo de Familia” (y no lo descarto), pero pienso que más allá de un Protocolo, es momento de tener esas conversaciones incomodas que tanto evitamos para poder establecer reglas claras de cómo queremos que funcione la familia en la empresa. Conversaciones en la que cada miembro de la familia sea libre de poner sobre la mesa sus expectativas, necesidades e incluso emociones de lo que implica ser parte de una familia empresaria.


Conversaciones en las que también podamos hablar libremente de: si queremos empezar a trabajar o seguir trabajando en la empresa de la familia, políticas salariales, políticas de inclusión de la siguiente generación y de los cónyuges, fondos de capital semilla, educación, definición de roles y responsabilidades, en fin. El universo de temas es infinito, así como la subjetividad de cada familia empresaria.


Cuando tenemos estas conversaciones, por más difíciles que sean, la ansiedad disminuye. Cuando promovemos el debate (diferente al conflicto destructivo), nos damos la oportunidad de comprender y ser comprendidos, de fortalecer las relaciones y aumentar la confianza. No existe una familia empresaria perfecta, pero sí podemos trabajar para tener una familia empresaria sana y cohesionada. Tengamos esas conversaciones difíciles; evitemos las tarjetas rojas para no quedarnos fuera del mundial.

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